miércoles, marzo 18, 2015

[El vagabundo] “E-jazz”: en la fila.


El seis de marzo me enteré solo unas horas antes, un concierto de jazz, un concierto de mujeres en el jazz, 
una idea interesante que quizá se haya visto en otras partes de mundo pero un concepto que resulta innovador en México y siendo como es, en dos mil quince,  novedoso en Puebla, aun después de ocho años de realizarse.


Es casi la hora y en la fila aguardamos la apertura del Teatro de la ciudad, el cual se encuentra en el zócalo de la capital poblana; a la espera están los que conocen, los que aún no saben de qué se trata, los que vienen con la familia a pasar el rato, los que salieron del trabajo y en general un vario pinto de asistentes.


Se puede ver, desde la fila y a través de los ventanales de la galería una exposición de arte contemporáneo y el reflejo de las mercancías de los puestos de cigarros, peluches y revistas, escuchando la voz de un estudiante de música que salió para completar la colegiatura cantando piezas de ópera italiana y los éxitos de ayer y aun hoy, con mucha razón, de José Alfredo Jiménez, mientras lo azoran aquellos que quieren una tarjeta, la del puesto que le pregunta pa que está ahí y quien le pide permiso para pasar.


Falta poco para el concierto y junto a la fila caminan un par de jóvenes con una caja y repartiendo, según ellos, unos boletos, unos boletos muy particulares que no tendrían más importancia si se tratara de un probador de ropa en una tienda departamental y quizá ni siquiera ahí. Se trata de unos boletos de papel que entregan de color azul y una letra “H” a los hombres y color rosa con la letra “M” a las mujeres.



Esto a más de uno nos hizo saltar la ceja y preguntando a los que están alrededor, que más bien sería delante y detrás de mí, que piensan de estos papelillos; algunos mencionan estadística de asistencias, otros control de acceso y una pareja con gesto sarcástico y de indignación, me respondieron que les parecía interesante y les hacía pensar. Le pregunté entonces a la encargada del acceso al teatro y me respondió que se trataba de un registro y control de protección civil, además de la contabilidad de los asistentes, siendo que el lugar solo tiene espacio para seiscientas personas y que los niños y requerimientos de esta institución de seguridad.

Me quede con la duda de si era un experimento social, una metodología de estadística o una incongruencia garrafal.



¿Y tu que opinas?



Esta es la segunda parte de una crónica que he escrito acerca de este festival de Jazz.

Pronto la siguiente entrega de este trabajo.

No olvides dejar tu comentario y espero 
continúes acompañándome en este paseo caminable.

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